El hombre-pájaro, en una de sus visitas nocturnas, me habló de la vía del roble. Abrió su mano y me mostró una bellota. Enorme. Me explicó las similitudes entre el roble y el alcornoque (ese pariente siemprevestido). Es casi lo mismo, me dijo, pero ese casi que los diferencia es importante. Resulta que los casi son siempre importantes.
Me estaba dando una valiosísima lección sobre el no apego. Sobre la posibilidad que se nos ofrece de elegir, de tanto en tanto, volver a nuestra esencia desnuda de todo adorno. De lo que ha de vaciarse para poder ser llenado. De la importancia de soltar de la mano aquello que ya no es preciso, sin aferrarnos a la belleza que nos proporcionó o a la utilidad que tuvo.
Sin duda ese casi no es banal. En absoluto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario