"Espejo". Delia Govantes Romero. |
Hay en la noche una intimidad perversa
un acuerdo de relojes confabulados
engastando un rosario de horas mezquinas
con esparadrapo y esmalte rubí.
Tiene esa crueldad disfrazada de candor
de internado femenino,
de pecados susurrados
en reclinatorios apolillados de falso terciopelo.
Hay en la noche un perfume de desdicha
de sábanas sobadas, de calores oxidados
Y hay un sudor en la axila
un olor en el dobladillo
un gesto equívoco en la mueca
de la primavera que ya se caduca
en un crepúsculo de fin de fiesta.
Hay en la brisa nocturna un aroma
tropical de flores podridas
de fruta olvidada bajo los mostradores
de infusión de manzanilla para el dolor de tripa.
Y un regusto a carmín barato
y a rimel corrido, desteñido
en arroyos afluentes de lágrimas tristes
de lágrimas prohibidas
de olvidos robados al recuerdo
de nostalgias de calcetines de colegiala
en los ligueros ceñidos a los muslos
excesivos y rotundos como ceros.
Y hablar de mariposas nocturnas es
hablar por hablar de poesía
Es negar
las esquinas, los gatos negros, el pie izquierdo,
las polillas, el desconsuelo, el número 13,
los espejos rotos
Las putas y sal derramada.